Las aves migratorias de la región andina

Escrito por John Sterling traducido del inglés por Claudia Caicedo

Con frecuencia, cuando pensamos en las aves que emigran a los trópicos las ubicamos en áreas cercanas como el Caribe y México. Sin embargo, cada otoño, millones de aves cantoras emigran desde Norteamérica hasta las áreas de invernación al norte de las Andes suramericanos. Desafortunadamente, las tendencias de la población humana actual y la explotación comercial han ejercido una constante y creciente presión incluso en los ecosistemas más montañosos.

Aunque relativamente pocas especies invernan tan al sur como en los Andes, esta región constituye el área de invernación exclusiva de muchas aves migratorias, incluidos el chipe cerúleo (Dendroica cerulea) y el chipe collarejo (Wilsonia canadensis). Esta también es la principal zona de invernación de algunas de nuestras más conocidas especies migratorias, tales como la tangara escarlata (Piranga olivacea), el chipe gorjinaranja (Dendrica fusca), el zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus), el pibí boreal (Contopus borealis), el pibí occidental (Contopus sordidulus), y el pibí oriental (Contopus virens).

Esta hoja de datos busca familiarizar al lector con las cuestiones relativas a la protección de dicha zona y comentar algo de la historia natural de las aves migratorias.

La deforestación: malas noticias para los migrantes

Al norte de los Andes se encuentran bosques y grupos de aves completamente diversos en distintas altitudes, con algunas especies restringidas, o bien a las pendientes orientales o a las occidentales. Debido a las inclinadas pendientes de las montañas, cada una de las zonas de vegetación está compuesta por una estrecha extensión de tierra. En consecuencia, muchas de las especies andinas se concentran en extensiones bastante reducidas. En relación con el área terrestre, las tasas de deforestación de los Andes exceden a aquellas de la selva amazónica y, cada día, más especies de aves se encuentran en peligro de extinción. Por consiguiente, la deforestación constituye una gran amenaza para la supervivencia de las aves migratorias. La tala de los bosques satisface las necesidades económicas a corto plazo de las corporaciones y las de subsistencia de los agricultores, quienes tumban el bosque para crear fincas lecheras y sembrar plantaciones de café, coca, té y cacao, así como para cosechar a gran escala y de manera insostenible ecológicamente los árboles valiosos comercialmente.

Los resultados del histórico abuso

El problema de la conservación no es nuevo. La deforestación extensiva de los últimos 400 años o más ha dado lugar a la eliminación de muchas de las aves de vastas regiones, incluida gran parte de las tierras altas de los Andes orientales colombianos.

Asimismo, la mayor parte del densamente poblado Valle del Ecuador, originariamente bosque de niebla, ha sido transformado en tierras agrícolas y de pastoreo durante varios siglos. En la actualidad, extensos territorios se están degradando y convirtiendo en áridas tierras perdidas debido a la erosión del suelo y a la reducción de la lluvia, causada, según se cree, por la deforestación. Recientemente, el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (World Wildlife Fund) designó cuatro regiones en el norte de los Andes como "Sobresalientes Mundialmente por su Peculiaridad Biológica", las cuales también fueron clasificadas como ecosistemas en peligro o críticamente amenazados.

¿Por qué debemos salvar los bosques de niebla andinos?

Los bosques de niebla andinos no sólo le ofrecen hábitat a muchas especies migratorias sino que juegan un papel primordial en el proceso de reciclaje del agua en las tierras bajas occidentales ricas en agricultura. La interrupción de este proceso puede tener un impacto devastador no sólo para las aves que habitan en los bosques de las tierras bajas, sino para las economías nacionales que se benefician con las ganancias de cultivar las tierras bajas. Proteger el hábitat para las aves migratorias también protege las economías que dependen de un medio ambiente sano.

Dado que los suelos son fértiles, la lluvia es abundante, las temperaturas son moderadas y las enfermedades causadas por los insectos están, en gran medida, limitadas a las tierras bajas, las tierras altas andinas históricamente han sostenido a poblaciones humanas relativamente grandes en comparación con las tierras amazónicas bajas. Mediante la conservación de los bosques se protegen las cuencas y, por consiguiente, se previene la erosión del suelo, se reducen las inundaciones y se le provee agua y energía a las personas y los cultivos.

Los bosques andinos se cuentan entre los más diversos del mundo biológicamente. La creación de reservas adecuadas garantizaría no solamente la supervivencia de cientos de especies de aves, incluidas las migratorias, sino que también preservaría un sinnúmero de plantas e insectos. Estos últimos podrían tener propiedades medicinales hasta ahora desconocidas que podrían ofrecer la cura para el cáncer y otra serie de beneficios para la salud humana y la ciencia.

Cómo ganarse la vida en las nubes

Cuando las aves migratorias llegan a los frondosos bosques de los pies y las montañas andinas entran en contacto con cientos de especies residentes:

  • Muchas de las aves andinas se congregan en grandes bandadas de especies diversas, a las cuales se suman las especies migratorias como el chipe collarejo, el chipe gorjinaranja, el chipe cerúleo y, de esta forma, integran este sistema social.
  • Los pibís y el mosquero ailero (Empidonax alnorum) no se unen a las bandadas sino que esh2cen territorios en sectores de los bosques que defienden en contra de los miembros de su misma es- pecie.
  • Las golondrinas rancheras (Hirundo rustica) y las chotacabras mayores (Chordeiles minor) obtienen forraje en los lagos, los pastizales y las ciudades de las tierras altas, en hábitats similares a sus hogares de verano.

Cada especie migratoria tiene una pequeña peculiaridad que añadir a la historia de las aves tropicales. A medida que la investigación avanza, más historia natural interesante se nos revela.

Las tangaras rojas: ¿acaso los machos prefieren las montañas?

Los datos poblacionales y las observaciones de campo reflejan una intrigante diferencia entre las distribuciones de las hembras y los machos tangaras rojos. Durante casi todo el verano las tangaras vistas en las tierras altas son los radiantes machos rojos adultos. En cambio, en las tierras bajas amazónicas predominan las hembras. Este fenómeno no ha sido suficientemente estudiado para poder dar cuenta de las causas evolutivas. Sin embargo, es interesante encontrar cantidades similares de estas aves en y, con frecuencia, en parejas en sus hogares de invierno en Centroamérica.

Los especialistas en los pies de las montañas

Los chipes cerúleos requieren grandes extensiones de bosque tanto en la zona de reproducción como en la de invernación. Durante el invierno norteño, están restringidos a una estrecha zona, comprendida entre los 600 y los 1400 metros, en la pendiente oriental del norte de los Andes. Esta es una de las zonas de hábitat más pequeñas de todas las especies de los Andes y, sin duda, de cualquier ave migratoria neotropical. Los chipes cerúleos obtienen forraje casi exclusivamente con grandes bandadas de especies diversas que dependen de grandes extensiones de bosque para su sostenimiento. Pero, a diferencia de sus camaradas migratorios, los chipes gorjinaranja y collarejo, sólo se unen a estas bandadas individualmente o en parejas. Esto da como resultado, densidades poblacionales muy bajas, incluso en los bosques aptos.

Los estudios sobre la población reproductiva indican una seria disminución, causada probablemente por la alta tasa de fragmentación forestal en ambos extremos de la ruta migratoria. Para salvar al chipe cerúleo no sólo se requiere proteger grandes extensiones de bosque en la zona oriental de los Estados Unidos y el sur del Canadá, sino también fragmentos adecuados de bosque en la estrecha franja de los pies andinos, donde mucha gentetala bosque para vivir, cultivar y criar ganado.

¿El chipe collarejo vs. las tangaras tropicales?

En las alturas medias, el chipe collarejo con frecuencia supera numéricamente a las demás especies en las bandadas de especies diversas. Por lo regular, las primeras están conformadas por parejas o por pequeños grupos familiares, lo que da como resultado una gran variedad de especies representadas en una bandada relativamente pequeña. Estas bandadas con frecuen-cia incluyen especies que se alimentan en diferentes partes de los árboles y que utilizan diferentes técnicas para hacerlo. La gran gama de estilos de alimentación de una sola bandada les permite a muchas especies coexistir ya que se reduce la competitividad por el alimento.

Una de las maravillas de los pies andinos la constituye la abundancia de especies de pequeñas tangaras, que se cuentan entre las aves más coloridas del mundo. Estas aves se alimentan de insectos y frutas en las copas de los árboles (el dosel) y, con gran frecuencia, se encuentran en grandes bandadas de especies diversas. Cuando en una bandada hay más de ocho tangaras pequeñas, los chipes collarejos se alimentan principalmente en la cobertura media o en la parte baja de los árboles. Sin embargo, cuando hay menos tangaras pequeñas, los chipes se alimentan con ellas en las copas. Es probable que exista pre-sión para competir por parte de las tangaras, con el fin de mantener alejados a los chipes collarejos de la cobertura, potencialmente más productiva.

¿Aves migratorias o nómadas?

Las tangaras escarlatas y los zorzalitos de Swainson se alimentan de la abundante fruta que encuentran en muchos árboles, enredaderas y arbustos. Las tangaras se encuentran desde los extremos occidentales de la Cuenca Amazónica hasta los más altos pies andinos. Sin embargo, estas aves siguen los diferentes patrones de fructificación de los bosques y como reacción a los cambios estacionales de disponibilidad de frutos se desplazan desde las tierras bajas amazónicas a las montañas. Incluso, pueden cambiar su peregrinación de un invierno al siguiente. Estas aves necesitan bosques continuos desde las tierras bajas hasta las elevaciones medias, para poder tener la garantía de un suministro constante de fruta durante su larga estadía.

Los zorzalitos de Swainson se hallan a mayores alturas en las montañas, incluso hasta en las partes más altas de los bosques de niebla a más de 9 mil pies de altura. Estas aves también se encuentran alimentándose en árboles cargados de fruta, con frecuencia en bandadas nómadas. Incluso en la noche descansan en bandadas. Permaneciendo juntos, quizás los individuos pueden localizar mejor los árboles en fruto o, quizás, los grupos pueden ganarle a especies agresivas en su intento por defender dichos árboles.

Los chipes gorjinaranjas no se esconden

Desde las alturas medias hasta las altas, los chipes gorjinaranjas con frecuencia se agrupan con aves residentes similares a los chipes. También frecuentan las grandes bandadas de especies diversas en las que son, mayoritariamente, la especie más común. Muchas de las aves que integran estas bandadas han desarrollado patrones de actividad y maniobras de alimentación que las mantienen a salvo de los depredadores. Al observar estas bandadas, uno encuentra que casi todos los individuos vistos con facilidad son los chipes gorjinaranjas dado que esta especie busca alimento en las partes más expuestas de los árboles.

¿Viene ayuda en camino?

La creación de parques nacionales y reservas grandes debe coincidir con la aplicación y el cumplimiento de las leyes y planes de manejo que ofrezcan una protección estricta de las aves. Los límites de los parques deben ser reconocidos por todos los sectores de cada gobierno, con el fin de eliminar los planes conflictivos de usos de la tierra. De igual importancia es la participación de las comunidades locales en las actividades ecológicamente sostenibles. Además, esfuerzos tan sencillos como emplear a guardias de los parques bien remunerados puede tener efectos duraderos en aras de la protección eficaz de los parques.

Algunos esfuerzos del sector privado han comenzado a tener un impacto positivo. Las reservas privadas están surgiendo para desarrollar la recién nacida industria del ecoturismo. Se ha emprendido la investigación en manejo forestal sostenible y las empresas farmacéuticas han comenzado a destinar reservas para la protección de plantas e insectos.

Además, se están llevando a cabo esfuerzos para reversar la tendencia a reforestar las desoladas pendientes con especies no nativas como el pino y el Eucalyptus, mediante la plantación de especies nativas. La mayoría de las aves andinas evita los bosques de especies no nativas, que no son nada más que desiertos biológicos.

Algunos de los esfuerzos de reforestación más recientes se centran en restaurar los árboles nativos de sombra en las plantaciones de café a pleno sol que en la actualidad cubren vastas regiones. Retransformar en forma generalizada las plantaciones de café a pleno sol en plantaciones de café sombreado podría ser una de las mayores posibilidades de su-pervivencia que tienen las aves de los bosques.

Lecturas complementarias:

Fjedsa, J. and N. Krabbe. Birds of the High Andes. Univ. Copenhagen and Apollo Press. Copenhagen. 1990.

Robbins, C., J.Fitzpatrick and P. Hamel. A Warbler in trouble: Dendroica cerulea. Pages 549-562 in J. Hagan III and D.Johnston eds. Ecology and Conser-vation of Neotropical Migrant Landbirds. Smithsonian Institution Press. Wash-ington, DC. 1992.

Robinson, S.K., J.W. Fitzpatrick and J. Terborgh. Distribution and habitat Use of Neotropical Migrant Landbirds in the Amazon Basin and Andes. Bird Conservation International 5:305-323. 1995.